He realizado el “egosurfing” y me ha sorprendido ver que solo había presencia relacionada con temas laborales y estudiantiles: salían un par de imágenes de mi portfolio en Behance y mi perfil de LinkedIn.
Esta actividad me hizo acordarme de una charla que nos dio la policía en primaria, donde nos hablaron sobre la huella digital que podíamos generar si no teníamos cuidado, y cómo eso podía influenciar nuestras vidas en el futuro.
Considero que es importante estar en la red por las razones adecuadas. Hoy en día, y con la profesión que hemos escogido, es fundamental tener presencia online, ya que las redes sociales se han convertido en un medio para ganar visibilidad y llegar a casi todo el mundo. El uso profesional de las redes abre la puerta a un espacio casi infinito, ya que internet es una red sin límites donde podemos mostrar nuestro trabajo fácilmente en plataformas que millones de personas visitan a diario.
Por otra parte, creo que esta exposición también puede ser peligrosa, ya que podemos caer en la trampa de publicar solo para obtener «likes», comentarios y «followers», perdiendo el control y creando contenido que no nos representa, sino que responde a los gustos de los «consumidores». Además, está el tema de la huella digital que generamos, que suele ser difícil de borrar. Por ejemplo, Instagram tiene derechos sobre todo el contenido que publicamos, ya que así lo aceptamos al aprobar su política de uso. También entra en juego la ciberseguridad: podemos compartir información que parece inofensiva pero que en realidad puede ponernos en riesgo. Y si esto ocurre con personas adultas, la situación se vuelve aún más delicada cuando hablamos de niños, niñas o adolescentes, donde el peligro es mayor.
Las personas tenemos derecho a la privacidad, y somos nosotros quienes decidimos qué parte de nuestra vida compartir en redes sociales. Aun así, creo que nunca mostramos la totalidad.